El primer libro sobre budismo que leí se llama Silencio. Lo escribió un monje budista vietnamita, Thich Nhat Hanh. Cuando lo compré no sabía que se trataba de un libro budista, realmente me dejé ir por su nombre y bonita portada minimalista con una imagen de una planta y dos libélulas volando alrededor. Me atrapó con el primer párrafo y se convirtió en el libro que marcó en mi vida un antes y un despúes en cuanto a la meditación y atención plena.
Silencio comienza así:
«Pasamos gran parte de nuestra vida buscando la felicidad sin ver que el mundo de nuestro alrededor está lleno a rebosar de maravillas. Estar vivos y caminar por la Tierra es todo un milagro y, sin embargo, la mayoría de las personas persiguen una cosa tras otra para gozar de una mejor situación. La belleza nos está llamando a cada día, a cada hora, pero raras veces le prestamos oídos.
El silencio interior es esencial para poder oir la llamada de la belleza y responder a ella. Si en nuestro interior no hay silencio – si nuestra mente, nuestro cuerpo están llenos de ruido – no oiremos la llamada de la belleza…
La plena conciencia es la prácitca que silencia el ruido de nuestro interior. Sin ella nos dejaremos arrastrar por una cosa tras otra. A veces nos dejamos llevar por el arrepentimiento y el pesar relacionados con el pasado. Al venirnos a la cabeza recuerdos y vivencias de antaño, revivimos una y otra vez el sufrimiento que nos causaron. Es fácil quedarnos apresados por el pasado.
También nos dejamos llevar por el futuro. Una persona que está preocupada y asustada por el futuro está tan atrapada en él como otra aclada en el pasado…
Al inhalar y exhalar de manera consciente y llevar la atención a la respiración, silencias el ruido que hay dentro de ti: el parloteo sobre el pasado y el futuro y el deseo de algo más.
Respirar durante dos o tres segundos conscientemente te permite darte cuenta de que estás vivo, inhalando. Que estás aquí… Estoy realmente aquí, porque en lugar de estar pensando en el pasado o en el futuro, de estar ensimismado en mis pensamientos, en el ruido interior, en el ruido exterior, estoy aquí. Para existir de verdad tienes que estar libre de pensamientos, ansiedad, miedo y deseos».
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